Oh dolor que envolvieron relámpagos y fueron guardándose en los versos aquellos, fugaces y duros, floridos y amargos, en que un Capitán cuyos ojos esconde una máscara negra te ama, oh amor, arrancándose con manos heridas las llamas que queman, las lanzas de sangre y suplicio.
Pero luego un panal substituye a la piedra del muro arañado:frente a frente, de pronto sentimos la impura miseriade dar a los otros la miel que buscábamos por agua y por fuego,por tierra y por Luna, por aire y por hierro, por sangre y por ira:entonces al fondo de tú y al fondo de yo descubrimos que
estábamos ciegosadentro de un pozo que ardía con nuestras tinieblas.
· Pablo Neruda.
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