Fue la ofensa tal vez del amor escondido y tal vez la incerteza, el dolor vacilante,el temer a la herida que no solamente tu piel y mi piel traspasara,sino que llegara a instalar una lágrima ronca en los párpados de la que me amó,lo cierto es que ya no teníamos ni cielo ni sombra ni rama de rojo ciruelo con fruto y rocío,y sólo la ira de los callejones que no tienen puertas entraba y salía en mi almasin saber dónde ir ni volver sin matar o morir.
Pablo Neruda.
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