30.7.16


De Trópico de Capricornio (I)


«Cuantos más palmetazos me daban, más firmemente creía. Yo creía... ¡y el resto del mundo no! Si solo se tratara de soportar el castigo, podrías seguir creyendo hasta el final; pero la actitud del mundo es mucho más insidiosa. En lugar de castigarte, te va minando, excavando, quitando el terreno bajo los pies. No es traición siquiera. La traición es comprensible y combatible. No, es algo peor, algo más bajo que la traición. Es un negativismo que te hace como intentar abarcar demasiado. Te pasas la vida consumiendo energía en intentar recuperar el equilibrio. Eres presa como de un vértigo espiritual, te tambaleas al borde del precipicio, se te ponen los pelos de punta, no puedes creer que bajo tus pies haya un abismo insondable. Se debe a un exceso de entusiasmo, a un deseo apasionado de abrazar a la gente, mostrarles tu amor. Cuanto más tiendes tus brazos hacia el mundo, más se retira. Nadie quiere amor de verdad, odio de verdad. Nadie quiere que metas la mano en sus sagradas entrañas: eso sólo debe hacerlo el sacerdote en la hora del sacrificio. Mientras vives, mientras la sangre está caliente, has de fingir que no existen cosas tales como la sangre y el esqueleto bajo la envoltura de la carne. ¡Prohibido pisar el césped! Por ese lema se guía la gente en su vida.»

· Henry Miller.

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