«La compasión es una emoción inestable. Necesita traducirse en acciones o se marchita. La pregunta es qué hacer con las emociones que han despertado, con el saber que se ha comunicado. Si sentimos que no hay nada que "nosotros" podamos hacer —pero ¿quién es ese "nosotros"?— y nada que "ellos" puedan hacer tampoco —y ¿quiénes son "ellos"?— entonces comenzamos a sentirnos aburridos, cínicos y apáticos.Y ser conmovido no es necesariamente mejor. El sentimentalismo es del todo compatible, claramente, con la afición por la brutalidad y por cosas aún peores.[...]La gente no se curte ante lo que se le muestra —si acaso ésta es la manera adecuada de describir lo que ocurre— ni por la cantidad de imágenes que se le vuelcan encima. La pasividad es lo que embota los sentimientos. Los estados que se califican como apatía, anestesia moral o emocional, están plenos de sentimientos: los de la rabia y la frustración. Pero si consideramos qué emociones serían deseables resulta demasiado simple optar por la simpatía.[...]Siempre que sentimos simpatía, sentimos que no somos cómplices de las causas del sufrimiento. Nuestra simpatía proclama nuestra inocencia así como nuestra ineficacia.»· Susan Sontag.
25.12.21
De Ante el Dolor de los Demás
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