24.11.14

De La náusea.



«No tenían ganas de existir, pero no podían evitarlo: eso es todo.

[...]

Cansados y viejos, seguían existiendo de mala gana, porque eran demasiado débiles para morir, porque la muerte sólo podía venirles del exterior; sólo las melodías musicales llevan en sí su propia muerte como una necesidad interna; pero las melodías no existen. Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. Me dejé ir hacia atrás y cerré los párpados. Pero las imágenes, en seguida vigilantes, saltaron y vinieron a colmar de existencias mis ojos cerrados: la existencia es un lleno que el hombre no puede abandonar.»

· Jean-Paul Sartre.


«Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.»

· Jean-Paul Sartre.

De Trópico de Cáncer (III)



«El mundo que me rodea está desintegrándose y deja aquí y allá motas de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo… Estoy pensando en que, cuando el gran silencio descienda sobre todo y por doquier, la música triunfará por fin. Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo y el caos es la partitura en que se escribe la realidad.

[...]

Por eso canto. Ni siquiera soy yo, es el mundo agonizante que muda la piel del tiempo.»

· Henry Miller.

23.11.14



«La cabeza cortada canta:
"Los hombres no son felices y después mueren".»

19.11.14

Veil of the Forgotten




De El yunque de las fuerzas.



«[...] También yo espero el pedregullo celeste y la playa sin márgenes. Es necesario que ese fuego comience en mí. Ese fuego y esas lenguas y las cavernas de mi gestación. Que los bloques de hielo retornen a encallar bajo mis dientes. Tengo el cráneo espeso, pero el alma lisa, un corazón de materia encallada. Carezco de meteoros, carezco de fuelles ardientes. Busco en mi garganta nombres, y algo como la pestaña vibrátil de las cosas. El olor de la nada, un tufo de absurdo, el estiércol de la muerte total. El humor ligero y rarefacto. También yo no espero sino al viento. Que se llame amor o miseria casi no logrará hacerme encallar sino en una playa de osamentas.»

· Antonin Artaud.

18.11.14

Martes 18 de Noviembre de 1947



No hay mundo
ni invisible dominio oculto

ni espíritus ni mundo de espíritus, nada de eso, nada de eso,
hay simplemente un estado escondido y oculto,

un desplazamiento o partir invisible de los cuerpos humanos
cuyo estado anatómico externo, orgánico externo
es el único estado reconocible, valorable, de todos los cuerpos.

Esta partida o desplazarse invisible de los cuerpos humanos
es un estado en el que no se permanece, en el que no se puede
permanecer,

porque es el vacío y la nada
y habitar en él es
PERMANECER MUERTO
en lugar de querer estar vivo,
de buscar PERMANECER VIVO,
para ganar la vida eterna,
y este estado en el que no se puede permanecer porque es
el vacío y la nada, el vacío de la nada,
es un estado en el que hay que evitar, hay que vencer la
tentación de hacerse cuerpo, de dar vida al cuerpo
porque es la (...)
pero es cierto también que a través de aquel dominio pasa todo
lo que hay de valorable en un cuerpo
y que no es el estado pútrido
o fluido,
que no es un estado químico o físico, que no es tampoco
el estado
al-químico
de los CUERPOS,
no es un estado sensible y es peligroso y mortal quedarse allí,
no es un estado insensible y nada más que eso,
no es un estado imperceptible y nada más que eso,
y no es un estado que pueda percibirse
pero es el estado perceptivo,
y no es el estado de no percepción,
el estado repulsivo,
no es un estado,
es una voluntad de vacío,
una voluntad que crea el vacío en torno a ella,
y que se corresponde con aquello a lo que se llama
el polvo de la eterna resurrección,
es el estado en el que es preciso no dejarse FIJAR
y no el cual
pero a través del cual
yo fijo los dominios de conciencia que yo quiero destruir y
eliminar
porque no hay
y no debe haber allí conciencia,
no es un estado en suma
sino un cuerpo,
una eliminación de todo cuerpo,
el grado eliminativo (mierda)
el terrible paso por el fuego verde y negro
que no debe mostrarse
pero a través del cual se reposa,

y el vacío y lo pleno.

P.S.: Es un agujero que no debe ser dejado vacío
y por medio del cual, con la ayuda del cual se reposa de
los cuerpos de más en más terribles
y evidentes
de lo pleno
Es el grado del vestido definitivo
que permanece
invisible solamente
cuando se lo mira.
¿Se podrá quizá mirarlo?

Es el estado de perfección
y esa perfección es ser uno mismo,
la perfección del dolor absoluto donde se está solo
pero solo CONSIGO MISMO
solo como en sí mismo.

· Antonin Artaud.

17.11.14

Inspiración


(1894)

«La idea de la revelación que responde a la realidad de los hechos, es la que concibe a ésta como la visión o la audición repentina, segura e indeciblemente precisa de algo que nos trastorna y nos conmueve en lo más íntimo. Lo oímos, sin pretenderlo; lo tomamos, sin preguntar quién nos lo da; el pensamiento refulge como un rayo, necesariamente, sin ningún tipo de vacilación. Yo no he tenido nunca que elegir.  
Se trata de un éxtasis cuya desmesurada tensión se desata a veces en un torrente de lágrimas; un éxtasis en el que, sin querer, unas veces se precipita el paso y otras se vuelve lento; un estar fuera de nosotros mismos completamente, que nos deja la conciencia evidente de un sinnúmero de delicados temores que hacen que nos entremezclemos hasta los dedos de los pies; un abismo de felicidad en el que el dolor y la tristeza extremos no actúan ya como antítesis, sino como algo condicionado, exigido, como un color necesario en el seno de esa superabundancia de luz; un sentido instintivo del ritmo, que abarca todo un mundo de formas: la amplitud, la necesidad de un ritmo dilatado constituyen prácticamente la medida de la potencia de la inspiración y una especie de contrapeso a su presión y a su tensión. Todo sucede de una forma totalmente involuntaria y, en consecuencia, como si nos viéramos envueltos en un torbellino de sensaciones de libertad, de soberanía, de poder, de divinidad...»

· Friedrich Nietzsche.

16.11.14

Sólo en sueños...


Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.


· Jaime Sabines.

15.11.14

El sol no apareció por ningún lado



El sol no apareció por ningún lado en todo el día. No hubo más que humedad sobre las casas, humedad y tristeza.

He visto pasar un tren de carga, y otro tren lleno de gentes, con sus locomotoras echando humo hacia el bajo techo gris del día. Los automóviles y los niños que juegan en las calles también estaban friolentos, rodeados de neblina.

¿Es el tiempo?, ¿es este tiempo sombrío el que pone el corazón a soñar? ¿Qué música inaudible es la tristeza? Porque todos los deseos de pronto se echan al suelo, cansados con los ojos cubiertos de lágrimas. y un solo afán, derrotado y obscuro, sigue adelante.

Esta gana de vivir a pesar de todo, este amor amputado que se levanta sobre sus propios muñones, ¿qué es, sino la tristeza, perdón maldito, trago amargo?

Nadie va a saber cuando llegue la noche.

· Jaime Sabines.


«He aquí que me desnudo para habitar mi muerte.

Sombras en llamas hay bajo mis párpados.
Penetro en la oquedad sin palabra posible,
en esa inimaginable orfandad de la luz
donde todo es intento, aproximado afán y cercanía.»

· Jaime Sabines.

12.11.14

Hell at last, Yawning, received them whole


 (1866)

De El miedo a la libertad (I)


«Adam and Eve are expelled from the Garden of Eden», John Martin.

«Una imagen particularmente significativa de la relación fundamental entre el hombre y la libertad, la ofrece el mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso. El mito identifica el comienzo de la historia humana con un acto de elección, pero acentúa singularmente el carácter pecaminoso de ese primer acto libre y el sufrimiento que éste origina.
Hombre y mujer viven en el Jardín edénico en completa armonía entre sí y con la naturaleza. Hay paz y no existe la necesidad de trabajar; tampoco la de elegir entre alternativas; no hay libertad, ni tampoco pensamiento. Le está prohibido al hombre comer del árbol del conocimiento del bien y del mal: pero obra contra la orden divina, rompe y supera el estado de armonía con la naturaleza de la que forma parte sin trascenderla. Desde el punto de vista de la Iglesia, que representa a la autoridad, este hecho constituye fundamentalmente un pecado. Pero desde el punto de vista del hombre, se trata del comienzo de la libertad humana. Obrar contra las órdenes de Dios significa liberarse de la coerción, emerger de la existencia inconsciente de la vida prehumana para elevarse hacia el nivel humano. Obrar contra el mandamiento de la autoridad, cometer un pecado, es, en su aspecto positivo humano, el primer acto de libertad, es decir, el primer acto humano. Según el mito, el pecado, en su aspecto formal, está representado por un acto contrario al mandamiento divino, y en su aspecto material por haber comido del árbol del conocimiento. El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón.
El mito se refiere a otras consecuencias del primer acto de libertad. Se rompe la armonía entre el hombre y la naturaleza. Dios proclama la guerra entre el hombre y la mujer, entre la naturaleza y el hombre. Éste se ha separado de la naturaleza, ha dado el primer paso hacia su humanización al transformarse en "individuo". Ha realizado el primer acto de libertad. El mito subraya el sufrimiento que de ello resulta. Al trascender la naturaleza, al enajenarse de ella y de otro ser humano, el hombre se halla desnudo y avergonzado. Está solo y libre y, sin embargo, medroso e impotente. La libertad recién conquistada parece como una maldición; se ha libertado de los dulces lazos del Paraíso, pero no es libre para gobernarse a sí mismo, para realizar su individualidad.»

· Erich Fromm.