27.8.16




De Trópico de Capricornio (VI)


«Hacía los sacrificios más asombrosos, solo para descubrir que carecían de valor. ¿De qué servía demostrar que podía ser lo que esperaban de mí, si no quería ser ninguna de esas cosas? Siempre que llegas al límite de lo que te exigen, afrontas el mismo problema: ¡ser tú mismo! Y, al dar el primer paso en esa dirección, te das cuenta de que no hay ni más ni menos; tiras los patines y te pones a nadar. Ya no hay sufrimiento, porque no hay nada que pueda amenazar tu seguridad.»

· Henry Miller.


De Trópico de Capricornio (V)



«Pero con frecuencia estaba ciego: eso todo el mundo podía verlo. Y en esas ocasiones me dejaban solo, me rehuían, como al propio diablo. Entonces abandoné el mundo, volví a los fuegos del infierno... voluntariamente. Esas idas y venidas son tan reales para mí, más reales, de hecho, que cualquier cosa que ocurriera en el intervalo. Los amigos que creen conocerme no saben nada de mí por la razón de que mi yo real cambió de dueño incontables veces. Ni los hombres que me daban las gracias ni los que me maldecían sabían con quién se las habían. Nadie llegó nunca a pisar terreno firme conmigo, porque no cesaba de liquidar mi "personalidad". Conservaba la llamada "inteligencia" en suspenso para el momento en que, dejándola "coagularse", adoptaría un ritmo humano "apropiado". Ocultaba la cara hasta el momento en que me encontrara de acuerdo con el mundo. Desde luego, todo aquello era un error. Hasta el papel de artista vale la pena adoptar, mientras se marca el paso. La acción es importante, aun cuando entrañe una actividad fútil. No debería decir uno sí, no, sí, no, ni aun sentado en el lugar más alto. No debería uno ahogarse en la oleada humana, ni siquiera para llegar a ser un maestro. Debería uno latir con su propio ritmo... a cualquier precio. En pocos años acumulé miles de años de experiencia, pero fue experiencia malgastada, porque no la necesitaba. Ya me habían crucificado y marcado con la cruz; había nacido exento de la necesidad de sufrir... y, sin embargo, no conocía otra forma de avanzar con esfuerzo que la de repetir el drama. Toda mi inteligencia se oponía. El sufrimiento es fútil, me decía mi inteligencia una y mil veces, pero seguía sufriendo voluntariamente. El sufrimiento no me ha enseñado nada nunca; para otros puede que aún sea necesario, pero para mí no es sino una demostración algebraica de inadaptabilidad espiritual. Todo el drama que está representando el hombre de hoy mediante el sufrimiento no existe para mí: nunca ha existido, en realidad. Todos mis calvarios fueron crucifixiones de color de rosa, pseudotragedias destinadas a mantener avivados los fuegos del infierno para los pecadores auténticos que corren peligro de verse olvidados.»

· Henry Miller.

23.8.16


«Una vez que has entregado el alma, lo demás sigue con absoluta certeza, aun en pleno caos.»

· Henry Miller.


«Casi todo lo que llamamos vida es simple insomnio, una agonía, porque hemos perdido la costumbre de quedarnos dormidos.»

· Henry Miller.