22.7.18

De El mito de Sísifo V


«Sean cuales sean los juegos de palabras y las acrobacias de la lógica, comprender es ante todo unificar. El deseo profundo del espíritu, incluso en sus operaciones más evolucionadas, coincide con el sentimiento inconsciente del hombre frente a su universo: es exigencia de familiaridad, apetito de claridad. Para un hombre entender el mundo es reducirlo a lo humano, marcarlo con su sello. [...] E igualmente el espíritu que trata de comprender la realidad no puede darse por satisfecho hasta que la reduzca a términos del pensamiento. Si el hombre reconociera que también el universo puede amar y sufrir, se reconciliaría. Si el pensamiento descubriera en los cambiantes espejos de los fenómenos unas relaciones eternas que pudiesen resumirlos y resumirse ellas mismas en un principio único, cabría hablar de una felicidad espiritual de la que el mito de los bienaventurados no sería sino ridículo remedo. Esta nostalgia de unidad, este apetito de absoluto ilustra el movimiento esencial del drama humano.

[...]

Mientras el espíritu calla en el mundo inmóvil de sus esperanzas, todo se refleja y ordena en la unidad de su nostalgia. Pero, al primer movimiento, ese mundo se resquebraja y se derrumba: una infinidad de fragmentos relucientes se ofrecen al conocimiento. Desesperemos de reconstruir alguna vez la superficie familiar y tranquila que apaciguaría nuestro corazón.»


· Albert Camus.

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