«Comenzar a pensar es comenzar a estar minado. La sociedad no tiene mucho que ver con estos comienzos. El gusano se encuentra en el corazón del hombre. Allí hay que buscarlo. Es preciso seguir y comprender el juego moral que lleva de la lucidez frente a la existencia a la evasión fuera de la luz.»
· Albert Camus.
29.12.18
De El mito de Sísifo VIII
«Hay esperas nocturnasde no se sabe aún qué amor.»· André Gide.
«Lloro porque no tengo nada más que decir.»· André Gide.
«(Sentí muchas veces que la naturaleza me pedía un gesto y no supe cuál darle.)Esperar el sueño que no vendrá...»
· André Gide.
7.10.18
«¿Habrá nuevas promesas de castigos para mi sed, por todo lo que he encontrado bello sobre la tierra?»
· André Gide.
«No te apegues sino a lo que tú sientas que no existe en ningún otro lugar más que en ti mismo, y crea de ti, con paciencia o con impaciencia, ¡ah!, el más insustituible de los seres».
· André Gide.
«¿Cuánto duraréis, esperas?, y una vez terminadas, ¿nos quedará algo por lo que vivir? ¡Esperar!, pero ¿esperar qué?, gritaba yo, ¿qué podría suceder que no naciera de nosotros mismos? ¿Y qué podría nacer de nosotros mismos que no conociéramos ya?».
· André Gide.
De Los alimentos terrenales III
«Ella volvió los ojos hacia las nacientes estrellas. "Conozco todos sus nombres —dijo—, cada una tiene varios, y también diferentes virtudes. Su movimiento, que nos parece lento, es rápido y las vuelve ardientes. Su inquieto ardor es la causa de la violencia de su carrera, y su esplendor es el efecto. Una íntima voluntad las empuja y las dirige; un celo exquisito las quema y las consume; por eso son radiantes y bellas.
Se mantienen unidas unas a otras por lazos que son virtudes y fuerzas, de manera que una depende de otra y esa otra depende de todas. Su camino está trazado y todas encuentran su camino. No podrían cambiarlo sin desviar del suyo a otra, ya que cada una de ellas cuida de la otra. Y elige el camino que tenía que seguir. Lo que debe hacer es necesario que lo quiera y ese camino que nos parece fatal es para ellas su camino preferido, ya que todas tienen una voluntad perfecta. Un amor ciego las guía. Nosotros dependemos de ellas porque su elección dicta las leyes. No podemos escapar"».
· André Gide.
16.9.18
«Nunca sabrás los esfuerzos que tuvimos que hacer para interesarnos por la vida, pero ahora que nos interesa, que sea como todas las cosas, apasionadamente».
· André Gide.
De Los alimentos terrenales II
«[...] Me gustaría darte una alegría que ningún otro te hubiera dado antes. No sé como dártela y, sin embargo, yo poseo esa alegría. Quisiera dirigirme a ti más íntimamente de lo que ningún otro lo haya hecho antes. Quisiera llegar contigo a esa hora de la noche en que sucesivamente hayas abierto y después cerrado muchos libros, buscando en cada uno de ellos más de lo que te pudiera revelar; esa hora en la que aún esperas; en la que tu fervor, al no sentirse ayudado, se va a convertir en tristeza. Quisiera escribir un libro del que te pareciera ausente todo pensamiento y toda emoción personal y en el que solo vieras la proyección de tu propio fervor. Quisiera acercarme a ti y que tú me amaras.La melancolía no es sino fervor apaciguado.»
· André Gide.
De Los alimentos terrenales I
«La incertidumbre de nuestros caminos nos atormentó toda la vida. ¿Qué podría decirte? Toda elección es pavorosa cuando se piensa en ella, como pavorosa es una libertad a la que no guía ya un deber. Es un camino que hay que elegir en un país completamente desconocido que cada cual debe descubrir; pero, fíjate bien, solo puede hacerlo para sí mismo. De manera que el más incierto rastro en el África más ignorada es incluso menos incierto. Nos atraen las florestas umbrosas y los espejismos de los aún no agotados manantiales... mas los manantiales solo estarán donde nuestros deseos los hagan fluir. Porque el país solo existe a medida que lo configura nuestra proximidad y, conforme caminamos, el paisaje de los alrededores se va colocando poco a poco y no vemos el extremo del horizonte. Incluso lo que está a nuestro lado es solo una sucesiva y modificable apariencia».
· André Gide.
22.7.18
«De cualquier forma, no puedo contar más contigo en mi aflicción, ya que te niegas a preocuparte de lo que más me atañe: mi alma.»
· Antonin Artaud.
«Hemos perdido las mismas ilusiones, hemos seguido los mismos caminos.»
· Jean-Paul Sartre.
«Veo a otros que se dejan matar, paradójicamente, por las ideas o ilusiones que les dan una razón de vivir (lo que llamamos una razón de vivir es al mismo tiempo una excelente razón de morir).»
· Albert Camus.
De El mito de Sísifo VII
«Un peldaño más abajo y encontramos la extrañeza: darse cuenta de que el mundo es "espeso", entrever hasta qué punto una piedra es ajena, nos es irreductible, con cuánta intensidad la naturaleza, un paisaje, puede negarnos. En el fondo de toda belleza yace algo inhumano, y estas colinas, la suavidad del cielo, los dibujos de estos árboles, pierden al instante el sentido ilusorio con que los revestíamos, más alejados ya que un paraíso perdido. La primitiva hostilidad del mundo asciende, desde el fondo de los milenios, hacia nosotros. Durante un segundo ya no lo entendemos, pues durante siglos no hemos entendido en él sino las figuras y dibujos que previamente le aportábamos, y ahora nos fallan las fuerzas para usar ese artificio. El mundo se nos escapa y después vuelve a ser él. Los decorados enmascarados por el hábito vuelven a ser lo que son. Se alejan de nosotros. Lo mismo que hay días en los que, bajo su rostro familiar, vemos de pronto como una extraña a la mujer amada hace meses o años, quizás lleguemos a desear lo que nos deja de pronto tan solos.»
· Albert Camus.
«Si hubiera que escribir la única historia significativa del pensamiento humano, sería la de sus arrepentimientos sucesivos y sus impotencias.»
· Albert Camus.
De El mito de Sísifo VI
«¿De quién y de qué puedo decir, en efecto: "¡Lo conozco!"? Puedo sentir mi corazón y juzgar que existe. Puedo tocar el mundo y juzgar también que existe. En eso se detiene toda mi ciencia, el resto es construcción. Pues si trato de aferrar ese yo que tengo tan seguro, si trato de definirlo y resumirlo, no es sino un agua que corre entre mis dedos. Puedo dibujar uno por uno todos los rostros que sabe adoptar, también todos los que le han dado, su educación, su origen, su ardor o sus silencios, su grandeza o su bajeza. Pero los rostros no se suman. Este mismo corazón que es el mío me resultará indefinible para siempre. Nunca se colmará el foso entre la certeza que de mi existencia tengo y el contenido que intento dar a esa seguridad. Seré, por siempre, extraño para mí mismo.»
· Albert Camus.
De El mito de Sísifo V
«Sean cuales sean los juegos de palabras y las acrobacias de la lógica, comprender es ante todo unificar. El deseo profundo del espíritu, incluso en sus operaciones más evolucionadas, coincide con el sentimiento inconsciente del hombre frente a su universo: es exigencia de familiaridad, apetito de claridad. Para un hombre entender el mundo es reducirlo a lo humano, marcarlo con su sello. [...] E igualmente el espíritu que trata de comprender la realidad no puede darse por satisfecho hasta que la reduzca a términos del pensamiento. Si el hombre reconociera que también el universo puede amar y sufrir, se reconciliaría. Si el pensamiento descubriera en los cambiantes espejos de los fenómenos unas relaciones eternas que pudiesen resumirlos y resumirse ellas mismas en un principio único, cabría hablar de una felicidad espiritual de la que el mito de los bienaventurados no sería sino ridículo remedo. Esta nostalgia de unidad, este apetito de absoluto ilustra el movimiento esencial del drama humano.
[...]
Mientras el espíritu calla en el mundo inmóvil de sus esperanzas, todo se refleja y ordena en la unidad de su nostalgia. Pero, al primer movimiento, ese mundo se resquebraja y se derrumba: una infinidad de fragmentos relucientes se ofrecen al conocimiento. Desesperemos de reconstruir alguna vez la superficie familiar y tranquila que apaciguaría nuestro corazón.»
· Albert Camus.
1.5.18
De El mito de Sísifo IV
«Los hombres también segregan inhumanidad. En ciertas horas de lucidez, el aspecto mecánico de sus gestos, su pantomima carente de sentido vuelve estúpido cuanto los rodea. Un hombre habla por teléfono detrás de una mampara de cristal; no lo oímos, pero vemos su mímica sin sentido: nos preguntamos por qué vive. Ese malestar ante la inhumanidad del hombre, esa incalculable caída ante la imagen de lo que somos, esa "náusea", como la llama un autor de nuestros días, es también lo absurdo.»
· Albert Camus.
«Una sola cosa: este espesor y esta extrañeza del mundo es lo absurdo.»· Albert Camus.
De El mito de Sísifo III
«Suele suceder que los decorados se derrumben. Despertar, tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, comida, tranvía, cuatro horas de trabajo, cena, sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado al mismo ritmo, es una ruta fácil de seguir la mayoría del tiempo. Pero un día surge el "porqué" y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro. "Comienza", eso es importante. La lasitud está al final de los actos de una vida maquinal, pero inaugura al mismo tiempo el movimiento de la consciencia. Lo despierta y provoca la continuación. La continuación es la vuelta inconsciente a la cadena, o el despertar definitivo. Al final del despertar llega, con el tiempo, la consecuencia: suicidio o restablecimiento. La lasitud tiene en sí algo de desalentador. Aquí debo llegar a la conclusión de que es buena. Porque todo comienza por la consciencia y nada vale sino por ella.»
· Albert Camus.
De El mito de Sísifo II
«En el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo. El juicio del cuerpo vale tanto como el del espíritu y el cuerpo retrocede ante la aniquilación. Cogemos la costumbre de vivir antes de adquirir la de pensar. En la carrera que todos los días nos precipita un poco más hacia la muerte, el cuerpo conserva una delantera irreparable.»· Albert Camus.
De El mito de Sísifo I
«Matarse es, en cierto sentido y como en el melodrama, confesar. Es confesar que la vida nos supera o que no la entendemos. Mas no vayamos demasiado lejos en estas analogías y volvamos a las palabras corrientes. Es solamente confesar que "no vale la pena". Vivir, naturalmente, jamás es fácil. Seguimos haciendo los gestos que la existencia pide por muchas razones, la primera de las cuales es la costumbre. Morir voluntariamente supone que hemos reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter ridículo de esta costumbre, la ausencia de toda razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento.¿Cuál es, pues, ese incalculable sentimiento que priva al espíritu del sueño necesario para su vida? Un mundo que podemos explicar, aunque sea con malas razones, es un mundo familiar. Pero en cambio, en un universo privado de pronto de ilusiones y de luces, el hombre se siente extranjero. Es un destierro sin remedio, pues está privado de los recuerdos de una patria perdida o de la esperanza de una tierra prometida. Ese divorcio entre el hombre y su vida, el actor y su decorado, es propiamente el sentimiento de lo absurdo. Y como todos los hombres sanos han pensado en el suicidio, cabe reconocer, sin más explicaciones, que hay un lazo directo entre ese sentimiento y la aspiración a la nada.»
· Albert Camus.
15.4.18
«La vida de cada hombre (un cuerpo y muchas personas) es la lucha incesante de lo imaginario-real contra lo posible-ideal: al fin casi siempre vence lo peor. Cada hombre escoge, o le hacen escoger, un arquetipo, el que conviene a la sociedad, y le obligan a acercarse a él hasta que no puede más, que siempre es poco: pues la vida de cada cual consiste siempre en quedarse a la mitad con las manos tendidas y en aceptar para el resto del camino los engaños que la sociedad le ofrece.[...]Pero, contra el deseo más compartido por los que mandan, dirigen y proyectan, de un color o de otro, que da lo mismo, a veces hay sujetos que oponen a este morir diario de tantos hombres posibles una sorprendente y por lo demás curiosa resistencia, no siempre triunfante, y que, para poder llevarse a cabo, acude a los trucos más dispares y peor vistos por el común. La locura es uno de ellos.»
· Gonzalo Torrente B.
De El miedo a la libertad (III)
«Sin embargo, este sentimiento de aislamiento individual y de impotencia, tal como fuera expresado por los escritores citados y como lo experimentan muchos de los llamados neuróticos, es algo de lo que el hombre común no tiene consciencia. Es demasiado aterrador. Se lo oculta la rutina diaria de sus actividades, la seguridad y la aprobación que halla en sus relaciones privadas y sociales, el éxito en los negocios, cualquier forma de distracción ("divertirse", "trabar relaciones", "ir a lugares"). Pero el silbar en la oscuridad no trae la luz. La soledad, el miedo y el azoramiento quedan: la gente no puede seguir soportándolos. No puede sobrellevar la carga que le impone la libertad de; debe tratar de rehuirla si no logra progresar de la libertad negativa a la positiva.
Las principales formas colectivas de evasión en nuestra época están representadas por la sumisión a un líder, tal como ocurrió en los países fascistas, y el conformismo compulsivo automático que prevalece en nuestra democracia.»
· Erich Fromm.
De El túnel (VI)
«En la época en que yo tenía amigos, muchas veces se han reído de mi manía de elegir siempre los caminos más enrevesados: yo me pregunto por qué la realidad ha de ser simple. Mi experiencia me ha enseñado que, por el contrario, casi nunca lo es y que cuando hay algo que parece extraordinariamente claro, una acción que al parecer obedece a una causa sencilla, casi siempre hay debajo móviles más complejos.»
· Ernesto Sábato.
De El túnel (V)
«Diré, antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las cofradías, los gremios y, en general, esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos: la repetición del tipo, la jerga, la vanidad de creerse superiores al resto.»
· Ernesto Sábato.
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