25.12.14



«Sabía que nosotros significábamos poco en comparación con el universo, sabía que no éramos nada; pero el hecho de ser nada de una manera tan inconmensurable me parece, en cierto sentido, abrumador y a la vez alentador. Aquellos números, aquellas dimensiones más allá del alcance del pensamiento humano nos subyugan por completo. ¿Existe algo, sea lo que fuere, a lo que podamos aferrarnos? En medio de este caos de ilusiones en el que estamos sumergidos de cabeza, hay una sola cosa que se erige verdadera: el amor. Todo el resto es la nada, un espacio vacío. Nos asomamos al inmenso abismo negro. Y tenemos miedo.»

· Julien Green.

22.12.14

Del Libro del Desasosiego II



«Corren ríos, ríos eternos bajo la ventana de mi silencio. Miro hacia la otra orilla y no sé por qué no consigo soñar con estar del otro lado, ajeno a mí y feliz. Quizás porque sólo tú consuelas y sólo tú entretienes y sólo tú unges y oficias.

¿Qué misa blanca interrumpes para lanzarme la bendición de mostrarte siendo? ¿En qué punto de la danza te detienes, y el Tiempo contigo, para que de tu detenerte hagas un puente hacia mi alma y de tu sonrisa, púrpura de mi fasto?

Cisne del desasosiego rítmico, lira de las inmortales horas, arpa incierta de pesadumbres míticas —tú eres la Esperada y la Ida, la que apaga y hiere, la que dora de dolor las alegrías y de rosas corona las tristezas.

¿Qué Dios te creó, qué Dios odiado por el Dios que se hizo el mundo?

Tú no lo sabes, no sabes lo que no sabes, no quieres saber o no saber. Desnudaste de propósitos tu vida, nimbaste de irrealidad tu propio mostrarte, te vestiste de perfección y de intangibilidad, para que ni las Horas te besasen ni los Días te sonrieran, y ni en las Noches te viesen tomar la luna entre las manos para que se pareciese a un lirio.

Deshoja, oh mi amor, sobre mí los pétalos de las mejores rosas, de los más perfectos lirios, de crisantemos ☐ que huelen a la melodía de su nombre. 
Y yo haré morir en mí tu vida, oh Virgen que ningún abrazo espera, que no busca ningún beso, que ningún pensamiento desflora. 
Atrio, sólo atrio de todas las esperanzas, Umbral de todos los deseos, Ventana de todos los sueños, ☐
Mirador hacia todos los paisajes que son bosque nocturno y río lejano tembloroso por el reflejo constante de la luna... 
Versos, prosas que no pueden escribirse, sino sólo soñarse.» 

· Fernando Pessoa.

11.12.14


«La vida, espiral de la Nada, infinitamente ansiosa por lo que no puede haber.»

· Fernando Pessoa.

24.11.14

De La náusea.



«No tenían ganas de existir, pero no podían evitarlo: eso es todo.

[...]

Cansados y viejos, seguían existiendo de mala gana, porque eran demasiado débiles para morir, porque la muerte sólo podía venirles del exterior; sólo las melodías musicales llevan en sí su propia muerte como una necesidad interna; pero las melodías no existen. Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. Me dejé ir hacia atrás y cerré los párpados. Pero las imágenes, en seguida vigilantes, saltaron y vinieron a colmar de existencias mis ojos cerrados: la existencia es un lleno que el hombre no puede abandonar.»

· Jean-Paul Sartre.


«Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.»

· Jean-Paul Sartre.

De Trópico de Cáncer (III)



«El mundo que me rodea está desintegrándose y deja aquí y allá motas de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo… Estoy pensando en que, cuando el gran silencio descienda sobre todo y por doquier, la música triunfará por fin. Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo y el caos es la partitura en que se escribe la realidad.

[...]

Por eso canto. Ni siquiera soy yo, es el mundo agonizante que muda la piel del tiempo.»

· Henry Miller.

23.11.14



«La cabeza cortada canta:
"Los hombres no son felices y después mueren".»

19.11.14

Veil of the Forgotten




De El yunque de las fuerzas.



«[...] También yo espero el pedregullo celeste y la playa sin márgenes. Es necesario que ese fuego comience en mí. Ese fuego y esas lenguas y las cavernas de mi gestación. Que los bloques de hielo retornen a encallar bajo mis dientes. Tengo el cráneo espeso, pero el alma lisa, un corazón de materia encallada. Carezco de meteoros, carezco de fuelles ardientes. Busco en mi garganta nombres, y algo como la pestaña vibrátil de las cosas. El olor de la nada, un tufo de absurdo, el estiércol de la muerte total. El humor ligero y rarefacto. También yo no espero sino al viento. Que se llame amor o miseria casi no logrará hacerme encallar sino en una playa de osamentas.»

· Antonin Artaud.

18.11.14

Martes 18 de Noviembre de 1947



No hay mundo
ni invisible dominio oculto

ni espíritus ni mundo de espíritus, nada de eso, nada de eso,
hay simplemente un estado escondido y oculto,

un desplazamiento o partir invisible de los cuerpos humanos
cuyo estado anatómico externo, orgánico externo
es el único estado reconocible, valorable, de todos los cuerpos.

Esta partida o desplazarse invisible de los cuerpos humanos
es un estado en el que no se permanece, en el que no se puede
permanecer,

porque es el vacío y la nada
y habitar en él es
PERMANECER MUERTO
en lugar de querer estar vivo,
de buscar PERMANECER VIVO,
para ganar la vida eterna,
y este estado en el que no se puede permanecer porque es
el vacío y la nada, el vacío de la nada,
es un estado en el que hay que evitar, hay que vencer la
tentación de hacerse cuerpo, de dar vida al cuerpo
porque es la (...)
pero es cierto también que a través de aquel dominio pasa todo
lo que hay de valorable en un cuerpo
y que no es el estado pútrido
o fluido,
que no es un estado químico o físico, que no es tampoco
el estado
al-químico
de los CUERPOS,
no es un estado sensible y es peligroso y mortal quedarse allí,
no es un estado insensible y nada más que eso,
no es un estado imperceptible y nada más que eso,
y no es un estado que pueda percibirse
pero es el estado perceptivo,
y no es el estado de no percepción,
el estado repulsivo,
no es un estado,
es una voluntad de vacío,
una voluntad que crea el vacío en torno a ella,
y que se corresponde con aquello a lo que se llama
el polvo de la eterna resurrección,
es el estado en el que es preciso no dejarse FIJAR
y no el cual
pero a través del cual
yo fijo los dominios de conciencia que yo quiero destruir y
eliminar
porque no hay
y no debe haber allí conciencia,
no es un estado en suma
sino un cuerpo,
una eliminación de todo cuerpo,
el grado eliminativo (mierda)
el terrible paso por el fuego verde y negro
que no debe mostrarse
pero a través del cual se reposa,

y el vacío y lo pleno.

P.S.: Es un agujero que no debe ser dejado vacío
y por medio del cual, con la ayuda del cual se reposa de
los cuerpos de más en más terribles
y evidentes
de lo pleno
Es el grado del vestido definitivo
que permanece
invisible solamente
cuando se lo mira.
¿Se podrá quizá mirarlo?

Es el estado de perfección
y esa perfección es ser uno mismo,
la perfección del dolor absoluto donde se está solo
pero solo CONSIGO MISMO
solo como en sí mismo.

· Antonin Artaud.

17.11.14

Inspiración


(1894)

«La idea de la revelación que responde a la realidad de los hechos, es la que concibe a ésta como la visión o la audición repentina, segura e indeciblemente precisa de algo que nos trastorna y nos conmueve en lo más íntimo. Lo oímos, sin pretenderlo; lo tomamos, sin preguntar quién nos lo da; el pensamiento refulge como un rayo, necesariamente, sin ningún tipo de vacilación. Yo no he tenido nunca que elegir.  
Se trata de un éxtasis cuya desmesurada tensión se desata a veces en un torrente de lágrimas; un éxtasis en el que, sin querer, unas veces se precipita el paso y otras se vuelve lento; un estar fuera de nosotros mismos completamente, que nos deja la conciencia evidente de un sinnúmero de delicados temores que hacen que nos entremezclemos hasta los dedos de los pies; un abismo de felicidad en el que el dolor y la tristeza extremos no actúan ya como antítesis, sino como algo condicionado, exigido, como un color necesario en el seno de esa superabundancia de luz; un sentido instintivo del ritmo, que abarca todo un mundo de formas: la amplitud, la necesidad de un ritmo dilatado constituyen prácticamente la medida de la potencia de la inspiración y una especie de contrapeso a su presión y a su tensión. Todo sucede de una forma totalmente involuntaria y, en consecuencia, como si nos viéramos envueltos en un torbellino de sensaciones de libertad, de soberanía, de poder, de divinidad...»

· Friedrich Nietzsche.

16.11.14

Sólo en sueños...


Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.


· Jaime Sabines.

15.11.14

El sol no apareció por ningún lado



El sol no apareció por ningún lado en todo el día. No hubo más que humedad sobre las casas, humedad y tristeza.

He visto pasar un tren de carga, y otro tren lleno de gentes, con sus locomotoras echando humo hacia el bajo techo gris del día. Los automóviles y los niños que juegan en las calles también estaban friolentos, rodeados de neblina.

¿Es el tiempo?, ¿es este tiempo sombrío el que pone el corazón a soñar? ¿Qué música inaudible es la tristeza? Porque todos los deseos de pronto se echan al suelo, cansados con los ojos cubiertos de lágrimas. y un solo afán, derrotado y obscuro, sigue adelante.

Esta gana de vivir a pesar de todo, este amor amputado que se levanta sobre sus propios muñones, ¿qué es, sino la tristeza, perdón maldito, trago amargo?

Nadie va a saber cuando llegue la noche.

· Jaime Sabines.


«He aquí que me desnudo para habitar mi muerte.

Sombras en llamas hay bajo mis párpados.
Penetro en la oquedad sin palabra posible,
en esa inimaginable orfandad de la luz
donde todo es intento, aproximado afán y cercanía.»

· Jaime Sabines.

12.11.14

Hell at last, Yawning, received them whole


 (1866)

De El miedo a la libertad (I)


«Adam and Eve are expelled from the Garden of Eden», John Martin.

«Una imagen particularmente significativa de la relación fundamental entre el hombre y la libertad, la ofrece el mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso. El mito identifica el comienzo de la historia humana con un acto de elección, pero acentúa singularmente el carácter pecaminoso de ese primer acto libre y el sufrimiento que éste origina.
Hombre y mujer viven en el Jardín edénico en completa armonía entre sí y con la naturaleza. Hay paz y no existe la necesidad de trabajar; tampoco la de elegir entre alternativas; no hay libertad, ni tampoco pensamiento. Le está prohibido al hombre comer del árbol del conocimiento del bien y del mal: pero obra contra la orden divina, rompe y supera el estado de armonía con la naturaleza de la que forma parte sin trascenderla. Desde el punto de vista de la Iglesia, que representa a la autoridad, este hecho constituye fundamentalmente un pecado. Pero desde el punto de vista del hombre, se trata del comienzo de la libertad humana. Obrar contra las órdenes de Dios significa liberarse de la coerción, emerger de la existencia inconsciente de la vida prehumana para elevarse hacia el nivel humano. Obrar contra el mandamiento de la autoridad, cometer un pecado, es, en su aspecto positivo humano, el primer acto de libertad, es decir, el primer acto humano. Según el mito, el pecado, en su aspecto formal, está representado por un acto contrario al mandamiento divino, y en su aspecto material por haber comido del árbol del conocimiento. El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón.
El mito se refiere a otras consecuencias del primer acto de libertad. Se rompe la armonía entre el hombre y la naturaleza. Dios proclama la guerra entre el hombre y la mujer, entre la naturaleza y el hombre. Éste se ha separado de la naturaleza, ha dado el primer paso hacia su humanización al transformarse en "individuo". Ha realizado el primer acto de libertad. El mito subraya el sufrimiento que de ello resulta. Al trascender la naturaleza, al enajenarse de ella y de otro ser humano, el hombre se halla desnudo y avergonzado. Está solo y libre y, sin embargo, medroso e impotente. La libertad recién conquistada parece como una maldición; se ha libertado de los dulces lazos del Paraíso, pero no es libre para gobernarse a sí mismo, para realizar su individualidad.»

· Erich Fromm.



24.10.14

De Trópico de Cáncer (II)




«En aquel momento perdí por completo la ilusión del tiempo y el espacio: el mundo desplegó su drama simultáneamente a lo largo de un meridiano sin eje. En aquella especie de eternidad pendiente de un hilo sentí que, todo estaba justificado, supremamente justificado; sentí mis guerras interiores, que habían dejado esa pulpa y esos despojos; sentí los crímenes que bullían allí para surgir mañana en titulares sensacionales; sentí la miseria moliéndose a sí misma con almirez y mortero, la larga y triste miseria que se derrama gota a gota en pañuelos sucios. En el meridiano del tiempo no hay injusticia: sólo hay la poesía del movimiento que crea la ilusión de la verdad y el drama.

[...]

Lo monstruoso no es que los hombres hayan creado rosas a partir de este estercolero, sino que, por la razón que sea, deseen rosas. Por una razón u otra, el hombre busca el milagro y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre. Si por un solo segundo de su vida puede cerrar los ojos ante el horror de la realidad, es capaz de corromperse con ideas, reducirse a una sombra. Todo se soporta —ignominia, humillación, pobreza, guerra, crimen, ennui— gracias al convencimiento de que de la noche a la mañana algo ocurrirá, un milagro, que vuelva la vida tolerable. Y, mientras tanto, un contador está corriendo en su interior y no hay mano que pueda llegar hasta él para detenerlo. Mientras tanto, alguien está comiendo el pan de la vida y bebiendo el vino, un sacerdote gordo y sucio como una cucaracha que se esconde en el sótano para zampárselo, mientras arriba, a la luz de la calle, una hostia fantasma toca los labios y la sangre está tan pálida como el agua. Y de ese tormento y miseria eternos no resulta ningún milagro, ni siquiera un vestigio microscópico de milagro. Sólo ideas, ideas pálidas, atenuadas, que hay que cebar mediante la matanza, ideas que brotan como bilis, como las tripas de un cerdo, cuando lo abren en canal.»


· Henry Miller.

20.10.14


Menace Ruine | Soothing but Cruel


Folded in your embrace
Your eyes are the brightest eyes
That ever hit me with their rays
I will do you no harm
When I am as strong as you are, and fair of face,
It will be me and you, it’s soothing but cruel

Your light into my light will flow
Your wine into my water
When I am black as ink
We will cleanse the stars
Until they are as white as pearls
A seven petalled-rose is looming up there
For me and you,
Soothing but cruel
In the shadow of the earth
I am all yours

You take my beauty while I receive your soul
Your body will return when I am blotted out
As I feel you from afar
I feel my power growing back
For this battle of fire
Your loving eyes are there for me
You’re soothing, but cruel
One only when the earth is fully between us
For me, and you, it is soothing but cruel



16.10.14


«El mismo sentimiento de no pertenencia, de juego inútil, donde quiera que vaya: simulo interesarme por lo que no me importa, me afano por automatismo o por caridad, sin involucrarme jamás, sin estar nunca en ninguna parte. Lo que me atrae está en otro lado, y ese otro lado no sé qué es.»

· Emil Cioran.

De ¡Qué lejos estoy de todo!



«¡Nos hallamos todos tan cerrados los unos respecto a los otros! Incluso abiertos hasta el punto de recibirlo todo de los demás o de leer en las profundidades del alma, ¿en qué medida seríamos capaces de dilucidar nuestro destino? Solos en la vida, nos preguntamos si la soledad de la agonía no es el símbolo mismo de la existencia humana.

[...]

Aislados, separados del mundo, todo se nos vuelve inaccesible. La muerte más profunda, la verdadera muerte, es la muerte causada por la soledad, cuando hasta la luz se convierte en un principio de muerte. Momentos semejantes nos alejan de la vida, del amor, de las sonrisas, de los amigos —e incluso de la muerte. Nos preguntamos entonces si existe algo más que la nada del mundo y la nuestra propia.»


· Emil Cioran.

8.10.14

Del Libro del Desasosiego I


«La historia niega las cosas verdaderas. Hay períodos de orden en los que todo es vil y períodos de desorden en los que todo es grande. Las decadencias son fértiles en virilidad mental; las épocas de fuerza, en debilidad de espíritu. Todo se mezcla y se entrecruza, y no existe verdad salvo en el suponerla.»

· Fernando Pessoa.

De Ser lírico.




«¿Por qué no podemos permanecer encerrados en nosotros mismos? ¿Por qué buscamos la expresión y la forma intentando vaciarnos de todo contenido, aspirando a organizar un proceso caótico y rebelde? ¿No sería más fecundo abandonarnos a nuestra fluidez interior, sin ningún afán de objetivación, limitándonos a gozar de todas nuestras agitaciones íntimas? Experiencias múltiples y diferenciadas se fusionarían así para engendrar una efervescencia extraordinariamente fecunda, semejante a un seísmo o a un paroxismo musical. Hallarse repleto de uno mismo, no en el sentido del orgullo sino de la riqueza interior, estar obsesionado por una infinitud íntima y una tensión extrema: en eso consiste vivir intensamente, hasta sentirse morir de vivir. Tan raro es ese sentimiento, y tan extraño, que deberíamos vivirlo gritando. Yo siento que debería morir de vivir y me pregunto si tiene sentido buscarle una explicación a este sentimiento. Cuando el pasado del alma palpita en nosotros con una tensión infinita, cuando una presencia total actualiza experiencias soterradas y un ritmo pierde su equilibrio y su uniformidad, entonces la muerte nos arranca de las cimas de la vida, sin que experimentemos ante ella ese terror que nos acompaña cuando nos obsesiona dolorosamente.
[...]
Comparado con el refinamiento de una cultura anquilosada que, prisionera de los límites y de las formas, disfraza todas las cosas, el lirismo es una expresión bárbara: su verdadero valor consiste, precisamente, en no ser más que sangre, sinceridad y llamas.»


· Emil Cioran.

4.10.14

Miércoles de ceniza




I

Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar
Deseoso del don de éste y de la visión de aquél
Ya no me esfuerzo más por esforzarme por cosas semejantes
(¿Por qué debiera desplegar las alas el águila ya vieja?)
¿Por qué debiera lamentarme yo
Por el poder perdido del reino acostumbrado?

Porque no espero conocer jamás
La endeble gloria de la hora positiva,
Porque pienso que no
Porque conozco que no he de conocer
El único real de los poderes transitorios
Porque no he de beber
Allí, donde los árboles florecen, y los manantiales fluyen, pues –de nuevo– no hay nada

Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo
Y que el espacio es siempre sólo espacio
Y que es actual lo actual sólo en un tiempo
Y sólo en un espacio
Me alegra que las cosas sean tal como son y
Renuncio al rostro bienaventurado
Y renuncio a la voz
Porque no he de esperar ya retornar jamás
Me alegro en consecuencia, al tener que construir algo
De qué alegrarme.

Y ruego a Dios se apiade de nosotros
Y le ruego que yo pueda olvidarme
De aquellas cosas que conmigo mismo discuto demasiado
Explico demasiado
Porque no espero retornar jamás
Deja que estas palabras respondan
Por lo que se ha hecho, para no volver a hacerse
Que el juicio no nos sea demasiado gravoso

Porque estas alas ya no son alas para volar
Sino sólo abanicos que baten en el aire
El aire que ahora es terriblemente angosto y seco
Más angosto y más seco que la voluntad
Enséñanos a preocuparnos y no preocuparnos
Enséñanos a quedarnos sentados quietos.

Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.


II

Señora, tres leopardos blancos estaban recostados bajo un árbol de enebro
A la fresca del día, tras haberse saciado hasta el hartazgo
De mis piernas mi corazón mi hígado y aquello que había sido el contenido
De la esfera ahuecada de mi cráneo. Y dijo Dios
¿Vivirán estos huesos? ¿Vivirán
Estos huesos? Y aquello que había sido el contenido
De los huesos (que ya se habían secado) dijo con un gorjeo:
Gracias a la bondad de esta Señora,
por su belleza, y porque
honra a la Virgen meditando
brillamos relucientes. Y yo, que estoy aquí disimulado,
ofrezco mis acciones al olvido, y mi amor
a la posteridad del desierto y al fruto de la calabaza.
Esto es lo que rescata
Mis entrañas, los nervios de mis ojos y las partes indigeribles
Que rechazan los leopardos. La señora se retira
Con un vestido blanco, a contemplar, con un vestido blanco.
Que la blancura de los huesos sirva de expiación para el olvido.
No hay vida en ellos. Como estoy olvidado
y he de estar olvidado, así me olvidaría
Al consagrarme, concentrado en un propósito. Y dijo Dios
Su profecía al viento, al viento solamente porque sólo
Sabe escuchar el viento. Y los huesos gorjeaban en un canto,
Acompañados por los saltamontes. Y decían:

Señora del silencio
Calmada y afligida
Desgarrada e intacta
Rosa de la memoria
Rosa de los olvidos
Agotada y nutricia
Preocupada y tranquila
La Rosa singular
Es ahora el Jardín
Donde el amor termina
Da fin a los tormentos
De amor insatisfecho
El tormento mayor
Del amor satisfecho
Final de lo infinito
Viaje a ninguna parte
La conclusión de aquello
Que es inconclusible
Discurso sin palabra y
Palabra sin discurso
Las gracias sean dadas a la Madre
Por el Jardín
Donde el amor termina.

Bajo un árbol de enebro, cantaban esparcidos los huesos relucientes
Estamos satisfechos de estar desperdigados, no hicimos nada bueno los unos por los otros
A la fresca del día, bajo un árbol, con la anuencia de la arena,
En olvido de sí mismos y de los otros, juntos
en el silencio del desierto. Esta es la tierra que
dividiréis por lotes. Y ni la división ni la unidad
importan. Es la tierra. Tenemos nuestra herencia.


III

Al doblar la segunda escalinata por primera vez
Me di vuelta y miré lo que había abajo,
La misma forma serpenteante sobre el pasamanos
Tras los vapores en el aire fétido,
En pugna contra el diablo de las escaleras,
Con su engañoso rostro de esperanza y desesperación.

Al doblar la segunda escalinata por segunda vez
Las dejé serpenteando y enrollándose ahí abajo;
Ya no había más rostros, la escalera estaba oscura,
Húmeda y escarpada, como la boca de algún viejo que babea sin remedio,
O las fauces dentadas de un tiburón ya viejo.

Al doblar la tercera escalinata por primera vez
Había una ventana panzona como el fruto de la higuera
Y detrás del espino florecido y de la escena pastoril
Una figura de anchas espaldas ataviada en verde y en azul
Hechizaba con una flauta antigua el mes de mayo.
Son dulces los cabellos que se agitan, los cabellos castaños que ondean sobre la boca,
Los cabellos violetas y castaños;
La distracción, la música de la flauta, las pausas y los pasos de la mente en la tercera escalinata,
Cada vez más se apagan; una fuerza mayor a la esperanza y a la desesperación
Sube por la tercera escalinata.

Señor, yo no soy digno
Señor, yo no soy digno

pero una palabra Tuya bastará.


IV

Quien caminaba entre el violeta y el violeta
Quien caminaba entre
Las varias gamas de variados verdes,
De azul y blanco, con el color de María,
Mientras hablaba de cosas triviales
Sin saber y sabiendo sobre el dolor eterno
Quien caminaba entre los otros mientras caminaban,
Quien hizo que las fuentes brotaran vigorosas e hizo frescas las aguas de los manantiales

Enfrió la piedra seca e hizo firme la arena
Con el azul de los delfinios, el azul del color de María,
Sovegna vos

He aquí los años que andan entre medio, haciendo a un lado
Los violines y las flautas, reinstaurando
a una que se mueve en el tiempo entre el sueño y el despertar, vestida

Con un manto de luz blanca, envuelto en la cabeza.
Los años nuevos van, reinstaurando
A través de una nube de lágrimas brillante, los años, reinstaurando
Con versos nuevos una rima antigua. Redime
El tiempo. Redime
La visión no leída en el sueño más alto
Mientras los unicornios enjoyados arrastran la carroza fúnebre dorada.

La hermana silenciosa con su velo azul y blanco
Entre los tejos, tras el dios del jardín,
La de la flauta sin aliento, agachó la cabeza e hizo un gesto, pero no dijo nada

Pero brotó la fuente y cantó el pájaro
Redime el tiempo, redime el sueño,
Muestra de la palabra nunca oída, nunca dicha,
Hasta que el viento arranque mil murmullos del tejo

Y después de este destierro.


V

Si se perdiera acaso la palabra perdida, si se gastara acaso la palabra gastada
Si se escuchara acaso y se dijera
La palabra no dicha ni escuchada;
Aún seguiría siendo la palabra no dicha, la Palabra no escuchada,
La Palabra sin palabra, la Palabra dentro
Del mundo y para el mundo;
Brilló la luz en las tinieblas y
Contra la palabra el mundo inquieto seguía dando vueltas
Alrededor de la Palabra silenciosa

Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?

¿Dónde habrá de encontrarse la palabra, dónde
resonará? Aquí no, porque aquí no hay silencio suficiente,
ni en el mar ni en las islas, ni
en el continente, tampoco en el desierto o en las praderas húmedas,
para quienes caminan en lo oscuro
durante el día y durante la noche
el lugar apropiado y el momento justo no son éste
no hay un lugar de gracia para aquellos que rehuyen el rostro
ni tiempo de alegrarse por aquellos que caminan entre el ruido pero niegan la voz

¿Ha de rezar la hermana del velo
por los que andan en lo oscuro, los que Te han elegido y enfrentado,
los que están desgarrados sobre el cuerno entre estación y estación, entre un tiempo y otro, entre
una hora y otra, una palabra y otra, entre un poder y el otro, los que esperan
en medio de lo oscuro? ¿Ha de rezar la hermana
por los niños que esperan en la puerta
que no se irán de allí, y que son incapaces de rezar?
Reza por los que eligen y por los que se oponen

Oh pueblo mío, qué te he hecho.

¿Ha de rezar la hermana entre los árboles de tejo esbeltos
por quienes la ofendieron y ahora tienen miedo
y no pueden rendirse y afirmar ante el mundo y negar entre las rocas
en el último desierto entre las últimas rocas
azules el desierto en el jardín el jardín en el desierto
de la sequía, y escupir de la manzana la semilla seca?

Oh pueblo mío.


VI

Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar
A debatirme entre la ganancia y la pérdida
En este breve tránsito donde se cruzan sueños
El crepúsculo por el que cruzan sueños entre el momento de nacer y el de morir
(Padre, bendíceme) aunque no quiero desear estas cosas,
Desde el gran ventanal hasta la costa de granito
Las velas blancas siguen volando rumbo al mar, volando al mar
Velas intactas

Y el corazón perdido se endurece y se alegra
Por la lila perdida y por las voces que el mar perdió
Y el espíritu débil se apura en rebelarse
Por el cetro de oro torcido y el aroma que el mar perdió
Se apura en recobrar el grito de la codorniz y el del chorlito que vuela en círculos
Y el ojo ciego crea las formas en las puertas de marfil
Y renueva el olor el gusto de salitre de la tierra arenosa.

Es el momento de tensión entre morir y el nacimiento
El lugar solitario donde tres sueños cruzan
Entre rocas azules
Pero cuando las voces arrancadas al tejo comiencen a perderse
Que se agite en respuesta el otro tejo

Bendita hermana, santa madre, espíritu del jardín y la fuente,
No permitas que el uno al otro nos burlemos mediante falsedades
Enséñanos a preocuparnos y a no preocuparnos
Enséñanos a quedarnos sentados quietos
Incluso entre estas rocas,
Con nuestra paz entre Su voluntad,
Hermana, madre
Y espíritu del río, espíritu del mar,
No permitas que me aparte

Y llegue a Ti mi clamor.


· T. S. Eliot.

2.10.14



Correspondencia de la momia



Esa carne que ya no se tocará en la vida,
esa lengua que ya no logrará abandonar su corteza,
esa voz que ya no pasará por las rutas del sonido,
esa mano que ha olvidado hasta el ademán de tomar, que ya no logra determinar el espacio
en el que ha de realizar su aprehensión,
ese cerebro en fin cuya capacidad de concebir ya no se determina por sus surcos,
todo eso que constituye mi momia de carne fresca da a Dios una idea del vacío en que la compulsión
de haber nacido me ha colocado.
Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasado completamente.
Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta, que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento.
Espiritualmente me destruyo a mí mismo, ya no me acepto como vivo. Mi sensibilidad está a ras del suelo, y poco falta para que salgan gusanos, la gusanera de las construcciones abandonadas.
Pero esa muerte es mucho más refinada, esa muerte multiplicada de mí mismo reside en una especie de rarefacción de mi carne.
La inteligencia ya no tiene sangre. El calamar de las pesadillas da toda su tinta, la que obstruye las salidas del espíritu; es una sangre que ha perdido hasta sus venas, una carne que ignora el filo del cuchillo.
Pero de arriba a abajo de esta carne agrietada, de esta carne no compacta, circula siempre el fuego virtual. Una lucidez enciende de hora en hora sus ascuas que retornan a la vida y sus flores.
Todo lo que tiene un nombre bajo la bóveda compacta del cielo, todo lo que tiene un frente, lo que es el nudo de un soplo y la cuerda de un estremecimiento, todo eso pasa en las rotaciones de ese fuego en el que se asemejan las olas de la carne misma, de esa carne dura y blanda que un día crece como un diluvio de sangre.
La habéis visto a la momia fijada en la intersección de los fenómenos, esa ignorante, esa momia viviente que lo ignora todo de las fronteras de su vacío, que se espanta de las pulsaciones de su muerte.
La momia voluntaria se halla levantada, y a su alrededor se agita toda realidad. La conciencia como una tea de discordia, recorre el campo entero de su virtualidad obligada.
Hay en esa momia una pérdida de carne, hay en el sombrío lenguaje de su carne intelectual toda una impotencia para conjurar esa carne. Ese sentido que recorre las venas de esa carne mística, en la que cada sobresalto es un modo de mundo y otra especie de engendrar, se pierde y se devora a sí misma en la quemadura de una nada errónea.
¡Ah! Ser el padre nutricio de esa sospecha, el multiplicador de ese engendrar y de ese mundo en su devenir, en sus consecuencias de flor.
Pero toda esa carne es sólo comienzos y ausencias y ausencias y ausencia...
Ausencias.

· Antonin Artaud.

1.10.14

De Sol y Carne.




III

¡Si volvieran los tiempos de su hora pasada!
— ¡Pero el hombre murió! Su juego ha terminado;
sus ídolos ha roto, se siente fatigado,
mas, libre de sus dioses, veréis que resucita
y, como es del cielo, ¡a los cielos visita!
Su pensamiento eterno, invencible ideal,
el dios que vive inmerso en su barro carnal
subirá y subirá, en su frente quemando,
y el horizonte inmenso le verás oteando
y libre de temores, cuando el yugo remita,
¡Tú vendrás a donarle la redención bendita!
Del seno de los mares que, espléndida, te encierra,
surgirás, derramando sobre la vasta Tierra
el amor infinito, con sonrisa infinita
y el mundo vibrará como lira exquisita
con estremecimientos de un besar infinito!
Sed de amor tiene el mundo: le dejarás ahíto.





— El hombre ha levantado su testa libre y fiera,
y el rayo inesperado de la beldad primera
hace latir al dios en su carne hecha altar:
feliz del bien de ahora, pálido al recordar
el pasado. Ahora quiere saber todo. La mente,
tanto tiempo oprimida, se despierta en su frente.
¡Por fin retoza libre, por fin sabrá el porqué!
¡Y el hombre independiente, por fin tendrá su fe!
— ¿Por qué este azul mundo, este espacio insondable?
¿y estos astros de oro de hormigueo imparable?
Si subiéramos siempre, ¿veríais algo extraño?
¿Es que un pastor dirige este inmenso rebaño,
en el horrible éter, de mundos caminando?
Y todos estos mundos, que el éter va abrazando,
de alguna voz eterna ¿vibran al centelleo?
— Y el hombre ¿puede verlo? Puede decir: ¿yo creo?
Si el hombre nace y casi de la vida no es dueño,
¿de dónde viene él? ¿Mora del mar la sima
de gérmenes, de fetos, de embriones? ¿Sublima
el inmenso crisol donde Madre Natura
le resucitará, viviente criatura
para amar con la rosa y crecer con el trigo?...

¡No podemos saber! ¡Estamos al abrigo
de un manto de ignorancia y quimeras fatales!
Monos de hombre, caídos, de vulvas maternales.
¡Nuestra floja razón lo infinito investiga,
si queremos mirar: — la duda nos castiga!
Pájaro triste que, con su ala nos hiere...
— ¡Y el horizonte huye, y a lo lejos se muere!





¡El gran cielo está abierto! Los misterios, pasados.
¡Ante el hombre de pie, con sus brazos cruzados,
en el rico esplendor de nuestro inmenso suelo!
Él canta... el bosque canta, murmura el riachuelo
un cántico feliz, que sube arrollador...
— ¡Esto es la redención! ¡el amor! ¡el amor!


· Arthur Rimbaud.

29.9.14


«And the Lord said: I will destroy man whom I have created from the face of the earth; both man, and beast, and the creeping thing, and the fowls of the air; for it repenteth me that I have made them.»

Genesis 6:7

27.9.14

Gris | Une Épitaphe de Suie


Un Epitafio de Hollín.


Cuando la esperanza,
Esté a la luz de los pálidos rayos de los días indiferentes,

Recogeremos las últimas sonrisas en las ruinas,
Una gota de firmamento, 

Una nueva lágrima libre de horrible miseria.

Cuando el fuego, en los pensamientos de la tierra,
Vibre a pesar de las grietas y los defectos,
En el dolor de los hierros candentes que laceran la piel,
Colmaremos nuestros corazones de llamas y de vigas,
Y nuestros ojos forjarán un poder milenario.

Cuando las constelaciones, en las danzas de la nada,
Brillen en conjunto, con unida fosforescencia,
Escucharemos un gran réquiem de voces entrelazadas,
Cantando en ciclos la reunión cual una insignia
Que porta los colores de risas y tristezas alunizadas.

Cuando de un soplo, mezclado con arena y oro
El hollín de nuestras almas, se eleve en el cielo del norte,
Caerá, entre plegarias y rabias devorantes,
En mundos desconocidos, de amor trascendente
Como música de eclipse, velado de reconciliación.

Seremos libres de todo y florecientes,
Perdidos entre los amaneceres y las estrellas.
Huyendo.




26.9.14

De Las Noches Blancas.



«Los ideales se suceden; se les vence, caen deshechos, y puesto que no hay más vida que ésa, sobre las ruinas es preciso levantar un último ideal, porque siempre y a pesar de todo, el alma pide un ideal. Y llega el momento en que el soñador revuelve en las cenizas de sus antiguos sueños buscando alguna chispa que haga brotar de nuevo la llama que caldee su corazón helado, que le devuelva sus viejos afectos, sus bellos errores, todo lo que lo hacía vivir...»


· Fiódor Dostoyevski.

20.9.14

En extrañas cosas moro


 
«Simplemente no soy de este mundo... yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva... no puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie... ¿qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré acaso.»


· Alejandra Pizarnik.

15.9.14

De Trópico de Cáncer (I)



«Te arrojan al mundo como una momia pequeña y sucia; los caminos están resbaladizos de sangre y nadie sabe por qué ha de ser así. Cada cual sigue su propio camino y, aunque la tierra se pudra cargada de dádivas, no hay tiempo para arrancar los frutos; la procesión se abalanza hacia el letrero de salida y hay tal pánico, tal ansia por salir, que los débiles y los indefensos quedan pisoteados en el fango y no se escuchan sus gritos.

Mi mundo de seres humanos había perecido; estaba completamente solo y por amigos tenía las calles y las calles me hablaban en ese lenguaje triste y amargo compuesto de miseria humana, anhelo, pesadumbre, fracaso, esfuerzos inútiles.»

· Henry Miller.


«Un amor que podía prescindir de su objeto, que en la nada encontraba su alimento, se sumaba quizá a otras fuerzas, las articulaba y las fundía en un impulso que destruiría alguna vez ese contento visceral del cuerpo...»

 · Julio Cortázar.

Peste Noire | La Condi Hu





La condición humana.


14.9.14

Mucho más allá

Profane Fetmilch Lenzt Elf Krank (1999), Bethlehem.


«¿Y si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me das a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿Es que yo soy? ¿Verdad que sí?
¿No es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?".

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.»


· Alejandra Pizarnik.